domingo, 21 de octubre de 2012

Primera cerámica, homenaje al cholo del Machu Pichu









Hoy voy a hablar de algo que rodea a la primera escultura cerámica que construí. Fue en 1980, en el estudio El Taller que lo llevaban Margal Hernando y Luis Marzalo. Emplee arcilla roja común y poco después, en mi taller, la cubrí con esmalte transparente de plomo y sales metálicas de cobalto, cobre, cromo y trozos de vidrio. Representa un "huaco" o cerámica antropomorfa muy extendida en culturas andinas como la inca y mochica. En los últimos años 70 y comienzo de los 80 estuve muy interesado por la antropología y fenomenología paranormal y extraterrestre. Esto me llevó a viajar a Perú para conocer aquello que fuera posible y se relacionara con estos temas. Visitamos numerosas ruinas y templos, hicimos trekking por la Cordillera Blanca y el Huascarán y llegamos a pie al Machu Pichu a través del Camino Inca, cuando este era poco conocido y conservaba mucho de su pureza original. En el camino coincidimos varias veces con una expedición suiza numerosa, con porteadores "cholos" indígenas. Llegamos al Machu una tarde espléndida, toda una revelación vista desde arriba, donde sale el Camino. Montamos nuestra tiendita junto al límite del recinto y fuimos al pequeño hotel a tomar algo. Estaban varios cholos del grupo suizo bebiendo, muy tranquilos y silenciosos. Saqué cervezas e invité a uno de ellos a beber con nosotros. La conversación derivó inevitablemente hacia la megalítica andina, sujeto de apasionantes investigaciones y conjeturas. Estábamos en su corazón, el Machu, pero no olvidábamos retos a la lógica como el muro ciclópeo de Sacsahuamán, inconcebible, gigantesco, monumental mosaico de bloques enormes de andesita con formas geométricas totalmente irregulares y que encajaban sin cemento como un puzzle. Y es que en sus uniones no se podía meter la punta de una navaja y cada bloque se unía milimétricamente con los circundantes. Como podían tallar un granito tan duro con tal perfección y además transportarlo desde mucha distancia, atravesando grandes desniveles así como ríos caudalosos y valles muy profundos era un verdadero misterio. Sobre todo para un pueblo que en teoría no conocía la rueda. Y estábamos allí, ya de noche, en el porche del hotelito, bebiendo, cuando me lancé con la pregunta del millón, la madre de muchas preguntas: ¿ Pero como pudieron trabajar la piedra tan dura de una forma tan perfecta? El cholo, con ojos vidriosos  me dijo:" amigo, los antiguos tenían un líquido que cortaba la piedra". De repente, la noche se hizo día, el invierno se volvió verano, la lluvia inundó el desierto y la cara de Von Däniken llenó todos los resquicios del instante. Erich, el gran estudioso y pionero de una antropología y arqueología muy particular, autor de "Recuerdos del futuro", y "Regreso a las estrellas", decía que los pobladores andinos tenían "una pasta radiactiva" con la que cortaban la piedra. Aquel cholo no podía tener acceso a las heterodoxas y sofisticadas teorías del investigador europeo. Es del todo seguro que éste recuperara en su trabajo de campo una información transmitida generación a generación sobre los pobladores preincaicos y sus orígenes. Perú encierra muchos y diversos misterios como otros lugares del continente americano en el que tanto la historia como la antropología, arqueología y arquitectura  no ofrecen respuestas convincentes a preguntas que todavía no se han hecho. Pero que están ahí, palpitando y esperando a que un marco más amplio, libre de prejuicios y lugares transitados permita acoger su desconcertante misterio desvelado.


sábado, 10 de marzo de 2012

Esculturas para la vida







Antes de todo quiero expresaros que lamento estos meses pasados sin publicar en los Blogs, pero no me ha sido posible por circunstancias excepcionales. También la tardanza en publicar este artículo sobre Josu.



Hoy quiero hablaros de Josu Visa, a quien conocimos a comienzos del pasado otoño en Santa Cruz de Campezo. Estaba trabajando en una explanada junto a la ermita, con unos ayudantes. Tallaban un enorme tronco que iban vaciando en diferentes sectores para poder plantar en ellos flores y plantas para decorar aquel hermoso lugar. No era el primer tronco que dedicaba a este cometido, ya que las calles de Santa Cruz albergan otros muchos de este escultor. Aquí encontramos un ejemplo de lo que es arte para la vida, un arte para los ciudadanos en su deambular por las calles. Un arte para la ciudad humanizándola con la madera-elemento y con las flores y plantas, nuestras amigas y referente naturalístico. No es un arte de mirarse el ombligo sino un arte social que debiera ser reconocido y valorado justamente. El pueblo de Santa Cruz está en deuda con el trabajo y la generosidad de este artista y sus colaboradores y debería ser a su vez, generoso con esta actividad. Digo esto porque muchas veces el artista, sobre todo el popular, puede ser un comodín muy cómodo para las instituciones, el funcionariado y de hecho el público en general, ya que aporta arte y cultura a un precio nulo. No digo esto porque piense que a Josu le pase esto, ya que el no me lo ha manifestado, pero como perro viejo que soy, se que es algo que pudiera y no debiera ocurrir en el futuro. Sería entonces correcto que estas iniciativas fueran amparadas en forma de un contrato, acuerdo o función desde las instituciones municipales y provinciales. Josu trabaja muy bien la madera. No le asustan ni las grandes masas ni la motosierra para trabajarlas. Recuerdo, cuando estudié cerámica, que en Japón, los ceramistas tradicionales tenían el rango de "Museos de arte vivientes". Esta consideración, llena de respeto y de agradecimiento, y con implicaciones económicas y desde luego laborales por parte de la sociedad nipona, sin duda ayuda a mantener un arte realmente para la vida. Esto es lo que deseo para Josu y para aquellos artistas y artesanos que sirven con su trabajo, materialmente, a la sociedad. Respeto, reconocimiento, agradecimiento y compensación. Y os animo a que visiteis aquel bello pueblo y que pregunteis por Josu y su trabajo, que por otra parte contemplareis paseando por sus calles y rincones.